martes, mayo 24, 2005

Xanath

Paso, otro paso, silencio. Camino entre una brecha indistinta que separa tu sorprendente vida mágica. Siento en mis pies la hojarasca. Cuantos hechizos has fabricado desde el tiempo, cuando mi realidad ya no puede explicar esa verdad que te separa de todos... cuantas veces has robado el encanto y la ternura de las cosas inmóviles y exactas, y la voz no suele trascender desde el corazón sin lluvias y tormentas... me duele no poder correr mas allá del muro de ti. Mística mujer del norte, te encierro en un cristal como la orquídea, elegante, que consuma su faz frente al amante que obsequia belleza perfección de la natura, a su amada con todo el corazón y fiel dulzura... a ti dedico mi elegía, esta pequeña obsesión por la magia y la belleza que desprende de tu vida, por admirar tu rostro enamrañado, tan idilico, poético, y algunas veces frío... y mi beso en tus labios... sin preferir tocar mas que la mácula inverbe de tu mano en el rostro, segado por el extasis ufano de la blanda seda, acordonado por la blanca espuma de un mar de dudas...
Me gustas. Implacable, violenta tormenta que me abraza, distendida, sosegada y reforzada de plegarias, hecatombe. Mujer Divina, de marmol y de trigo, disimulado arcano que encierras; me encantas mas allá de la cordura, con esta magia, me embrujas más, ese tu silencio sin sonrisa, con tu colorida y aromática mirada, los inseparables signos de tu pena, tu alegría, tu tristeza, tu júbilo y tu nada.
Signo de una mujer tan comun y tan sencilla.
¿Me pregunto si te agradará tomar helado de chicle cuando estas triste?