martes, enero 08, 2008

hidalgo 101

Pienso, en elgún encuentro furtivo, en las posibilidades y probabilidades de pasar al lado tuyo; alguna vez caminando por la calle, me pareció olerte en un jarrón de leche fresca, recorrer tus manos de cristal en el pomo refractante de la dulcera, me pareció saborearte en el helado refrescante de ayer al medio día... quizá mañana pueda hallarte sentada en el parque, comiendo churritos, fumando un cigarro, tomando una tasa de té, leyendo un libro...
Si es más probable, y poco verificable la sana la cuestion de coincidir, desearé mortear mi paciencia y empolvar mis deseos, cantar alegre mi copla, y versar otra vez tu regreso...

lunes, enero 07, 2008

"Te quiero porque te quiero, con esa sentencia quiero abrirme de corazón. Si el amor en mi opinión es dar todo lo que anhelo, te quiero con más razón. Para amar no hay que jugar todo el tiempo a filosofar. Me fue preciso incorporar lo que soñe, lo que viví y cada hecho al salir de mi e ir hacia ti. Yo te miro cual canción que inspira una revolución; tu me ves como una flor y al conjugar llego a pensar la maravilla que he echado a andar: poderte amar. También te quiero así con mis dolores, mis frustraciones vivo junto a ti, sufriendo unidos crecen los amores, obviaste lo más fácil para mi. No creo que tu belleza se marchite, si el peso de los años procuró que otra belleza borre lo más triste solo lo más auténtico quedó. Vamos a ver... " -Pablo Milanés.-
Para siempre. Ahora los sueños son una marca imborrable, una línea de comunicación donde se busca, donde se encuentra, donde se olvida o se ayuda a olvidar... es un pasaje a todas partes.

aún...

La tarde anegada de estrellas a penas visibles,

tus ojos a destiempo, modernos, ojeados, extensos,

ojos deshojados por el tiempo.

Tarde al fin sin noche ni mañana, Tarde.

Aqui quedó tu aliento refractado

en mi sangre desgajada con los vientos.

Te quiero. Así de sencillo te quiero,

con esa indecisión de ser a medias

tarde, medio noche y medio de mañanas,

ojos de todos, me miran, tus ojos, mis ojos

que tarde nos vimos...

Tarde sueño...

La tarde anegada de estrellas a duras penas visibles,
tus ojos a destiempo, oscuros, lejanos, extensos,
acaso siento que sueño los ojos, las tardes, los pies, los deseos...

Los tiernos balidos del sueño, las huellas del grito en mis manos.

Estoy en mi, busco, encuentro. Palabras de una boca distinta,
y lejanas, allá en el campo donde escucho las trombas a lo lejos,
donde guardo el orgullo en un calabazo de agua tibia para los dedos...

como de ti como un salvaje, te bebo las entrañas en un jugo candente,
muerdo visceral la forma, y resabio febril en los brotes
mi lengua termina el canto lozano, y limpia frugal las despedidas...

Estrépito, quebranto, dulce luna, cuando bebo el oscuro semblante
plata, cuando atino en nosotros las dormidas entradas: y eres mía.

Ya sin ningun paseo, sobre aromáticos placebos, sin la maestría,
sin condiciones ni contextos, sin las madreselvas asesinas...

Ahí mi tacto, recorre dunas de un cuerpo que alguna vez existió.
Una sábana, el humor de un cuento, la hojarasca repartida en el lecho,
la tristeza rebosante de una flor marchita, mis manos vacías.

Sé que ya no volveré a soñar como antes, lo sé, sin la certeza de antaño
me encuentro despedazando minuciosamente los segundos sin conciencia;
soñando en muslos perfectos, en tu angustia al recorrerlos con mis labios,

tus pechos relajados que me miran, adustos, tercos ojos, ceniceros...
amo la manera descarada de su esencia, tolerante, decidida, amante...
cuando vuelco de nuevo hasta tus ojos, de ensueño, que sueño,

en un sueño... mil sueños, diez sueños, donde sueño, soñarte.