lunes, enero 07, 2008

Tarde sueño...

La tarde anegada de estrellas a duras penas visibles,
tus ojos a destiempo, oscuros, lejanos, extensos,
acaso siento que sueño los ojos, las tardes, los pies, los deseos...

Los tiernos balidos del sueño, las huellas del grito en mis manos.

Estoy en mi, busco, encuentro. Palabras de una boca distinta,
y lejanas, allá en el campo donde escucho las trombas a lo lejos,
donde guardo el orgullo en un calabazo de agua tibia para los dedos...

como de ti como un salvaje, te bebo las entrañas en un jugo candente,
muerdo visceral la forma, y resabio febril en los brotes
mi lengua termina el canto lozano, y limpia frugal las despedidas...

Estrépito, quebranto, dulce luna, cuando bebo el oscuro semblante
plata, cuando atino en nosotros las dormidas entradas: y eres mía.

Ya sin ningun paseo, sobre aromáticos placebos, sin la maestría,
sin condiciones ni contextos, sin las madreselvas asesinas...

Ahí mi tacto, recorre dunas de un cuerpo que alguna vez existió.
Una sábana, el humor de un cuento, la hojarasca repartida en el lecho,
la tristeza rebosante de una flor marchita, mis manos vacías.

Sé que ya no volveré a soñar como antes, lo sé, sin la certeza de antaño
me encuentro despedazando minuciosamente los segundos sin conciencia;
soñando en muslos perfectos, en tu angustia al recorrerlos con mis labios,

tus pechos relajados que me miran, adustos, tercos ojos, ceniceros...
amo la manera descarada de su esencia, tolerante, decidida, amante...
cuando vuelco de nuevo hasta tus ojos, de ensueño, que sueño,

en un sueño... mil sueños, diez sueños, donde sueño, soñarte.

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