miércoles, marzo 19, 2008

merienda.

Alguna vez entramos desnudos en esas ollas de presión, donde se apagaban las luces y sentíamos hervir junto a nosotros las palabras nunca dichas; ahi estábamos jugando a contarnos cuentos a mitad de la noche, con las burbujas de la ebullición a nuestros lados, y temerosa de esparcirte, huir de mi lado; juntabas los numeros y me los enredabas en el pelo.
Mascabas lentamente las especias, emanabas yerbabuena en tu boca, tus labios teñían fragante mentol y tu figura cada vez más llena de olor, se esparcia en mis poros, hasta entonces eras más y cada vez mas, mi mujer.
quedamos tendidos en la incorporación de ese caldo estelar, fuimos una sola comida, un solo guiso astral... te decidí entre los collares del platillo, los potajes abstractos del sabor me conformaron de nuevo entre tu cuerpo y fuimos un solo elemento.