domingo, noviembre 18, 2007

fe de erratas...

Desde aquel día en que encontraron nuestras caras, difíciles sentidos, apacibles momentos, respuestas rápidas, manos sudorosas, saludos cortos, miradas interminables y miles de pretextos para fabricar encuentros, despejar las dudas, respirar alientos.
Hemos vuelto a las mismas costumbres, muy lejos buscarnos, muy cerca alejarnos, con la misma ternura de una sonrisa complice. He formado un deseo vistoso en mis manos para que al tocarte no explote mi sorpresa y examine minucioso los descalzos vivos que adornan a tus pies... que me trague la llanura adusta de mis ganas; que me coma vivo tu liviana sensación de dominarme... el farol no alumbrará la senda, y usaremos la misma oscuridad (...) cobijaré nuestros deseos.
Lo más hermoso de desarte así, en el mismo lugar donde me hallaste, es caminar las horas del encuentro, sabernos ciertos, descubrinos juntos, entablar la misma conversación de hace tiempo, olvidar las rencillas, amilar las tensiones, abrazar en un beso carnal la pulcritud de tus palabras, la ternura de mi tacto abordando tu cintura, tus cabellos resbalando por tu cara, el suspiro febril no contenido y la distancia centimétrica que separa mi felicidad desde tu vientre, tus pechos fijos en el almidon del aire, la fragancia solana de la música sonando desde lejos, las palabras del susurro enriqueciendo tu delirio...
Tu voz, los pajaros volando distendidos, en el cielo ocre de la tarde, noviembre, dulce de noviembre, tiempo dirigido. Adorado suelo de noviembre, relativo. Amoroso contenido.
Quedate con tiempo, sin pedido. Quédate conmigo, quédate sin mi, quédate; sin todo, sin nada, con tiempo, sin destino.