viernes, junio 15, 2007

dextrogiro y levogiro

Cuando decides gritar con brío la felicidad, cuando recibes la esperanza del amor, cuando todo es música, recibes y concibes la belleza de la esencia, tan noble y sencillo, sin miedo penetras la mirada de las sombras y la muerte, todo es fragilidad...

Cuando cantas a lo largo del camino la canción del tiempo, y eres más fuerte en aras del polvo... quieres y sueñas lo importante por venir, lo más imprescindible se ha vuelto fundamental sin dejar de ser trivial... que más da si el fuero que me abriga es de un mineral, ferviente, capital.

Más quiero, que todo lo logrado se acurruque en esta palabra de testa cárnica y lacerante, una espada tallada en plata y oro, bella, suave, dura, terminante; poesía.

Puede amar, odiar, disfrutar el rumbo cadente del viento, sentir y desear resabios y lunas, en miles de vientos perdidos, abrazos, golpes de mazos, flores, aplausos y prácticas de vuelo, el mismo vuelo del insecto, sangre y tiempo.

Es la palabra definiendo al mismo sobre que guarda aquella carta que nunca entregué, aquella réplica a las palabras que acallaron miles de voces, a la propia revolución del manto.

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