martes, junio 12, 2007

Septiembre.

Sabía que llegarías por estas fechas. Aunque esperada tu llegada, con emoción de niño, con todas las ganas de abrazarte, demoré bastante en silencio… me imaginaba en secreto observándote, ahí en el regazo suave y amoroso de tu madre, en los brazos de mi amor pidiendo calma, en mi beso, sintiéndome feliz, agradeciendo tanta dicha. Se resolvía en espera, una vez más, un rescoldo de la imagen, de tu aparición mágica, no he tenido menos ganas de hacer, más allá de querer ir a verte… esas aterciopeladas paredes de la inconciencia; escapar del mundo acompañado de tu sonrisa, deseando hacer el frente a tantas adversidades… he deseado muchas cosas con tantas fuerzas, y solo, acompañado de un corzo que me arropa con sus agitados y huidizos pasos… he tenido la sensatez de consultar la polaroid, inmersa en miles de virtuales escenarios, saboreando tu presencia. Los ojos de tu madre, imagino el haz deslumbrante que incide en tu coraza, ensamble de cenzontle, abrazo sempiterno de ternuras zafíreas diamantadas, piel coral, dulce pétrico, dúplice carmín, floral abrigo de mi canto, encanto… dulce niño, empieza tu paso desde aquel camino, donde siempre se busca libertad y ama, sin medida a todo lo que brilla por dentro de las piedras, busca el brillo que por dentro ilumina desde el corazón, hasta la cumbre más alta, y puede hendir al testo de los amores mas fríos, calentar la suave indecisión de un beso que es negado, la más cálida sensación de tus adentros encenderá los fuegos amorosos de la verdad… yo se que lo entenderás algún día...

Te deseo más allá de la magia especial con que culmina el acto de crear amor, te deseo el conocimiento de aprender con sabiduría todo el acto que corresponde a tu amar, con sentido, forma y estructura; lejos de las definiciones y más sobre las sensaciones de todo lo que te rodea…

Estas palabras de lo más sencillas, son para ti. Son, con todas mis bendiciones, más allá de todo, mi extensa plegaria a lo eterno.

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