martes, septiembre 05, 2006

No se puede comprar el amor

¿Se cansa la emoción, y muere lo que fue?

tantos sueños que no fueron más allá…

Pensándote, quiero ahora, necesitar las pérfidas chocomileras del abismo

para hacerte mil esencias del licuado del amor, así como el embrujo,

así como la savia dejada del nopal, así como el hongo tirado al excusado,

un churro en la basura, una grapa derramada en las fresas de la fiesta,

miles de cervezas mezcladas con limón, miles de Marlboro mojados

por esa lluvia que nos dejo rebosantes de nada.

Existenciales, dejados, abandonados del amor.

¿Qué es el amor? Sino más que transacciones de New York.

Amor con dineros, amor con sólido material de los buenos, los que tienen,

comodidad en los Hamptons, desidia de Paris con aguaceros;

quedarse y dejarse en la minuta de un hotel de negocios,

ahorcarse en la sabana de seda sin destino, sin perfectitud,

sin deseo de hacer el amor. Solo una palabra distinta del ser,

sin ser; una copa de lomo a lomo en las tibieridades

oscuras y frías de la habana nocturna, sin olas y sin mar.

Sacudida pétrea del fantasma del sentido. Agazapada

sensual de los destinos. Nos encontramos.

Fuimos libres de hacer el amor a nuestro antojo

y te amé con errores, con disturbios de la política en turno,

con sabor a café cordobés… que más quiero si no amarte.

Todo pasa; todo ha quedado armado en singular monotonía.

Todo se degrada para ser sin ser. Todo se ha vuelto una locura

desgajada, descarnada de locura. Unos sones suenan a lo lejos.

¿Será tu vida? ¿Será mi vida? ¿Serán las oscuras golondrinas que vuelan

dispersas a la cálida venida del verano?

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